El debate no es tecnología o libro de texto
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La experta en pedagogía inclusiva Ana Belén Rodríguez Plaza reflexiona en este artículo sobre el uso de las nuevas tecnologías en los centros escolares.
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Esta semana la decisión tomada por Suecia, de frenar la implantación de su plan de digitalización en la escuela y aumentar la presencia de libros de textos en las aulas, ha llevado a debate educativo donde nos encontramos con dos posturas radicales.
Parece, por desgracia, que en educación nada se tiene claro y siempre vamos dando tumbos, pasando de todo a nada, sin medir las consecuencias que esto tiene para el alumnado más vulnerable.
Hace apenas una década apostamos por la digitalización en las escuelas, solicitábamos pizarras digitales, tablets y ordenadores para los alumnos, y ahora de golpe y porrazo, queremos volver a los libros de texto.
Pero de verdad creemos que el debate es ¿tecnología o libro de texto? El debate no es ese, o no interesa que tomemos consciencia de que la realidad es que la diversidad es inherente en nuestro alumnado y que no podemos presentar la información con un único soporte y formato ¿Cuántos alumnos se quedaran excluido del progreso y la participación si utilizamos solamente el libro de texto para para acceder, transmitir y compartir la información con sus compañeros y compañeras? El acceso a la información, al conocimiento y a la cultura es un derecho de todas y todos. ¿Nos hemos planteados diferentes formatos de lecturas para que se ajusten a las diferentes capacidades para comprender lo que leemos? La realidad en nuestras aulas, es que nos encontramos una amplia diversidad de alumnado con respecto a su competencia lectora, donde la misma lectura presentada en diferentes niveles debería convertirse en una forma de atención a dicha diversidad, y apenas contemplamos esta opción para que los textos escritos puedan ser interpretado por el mayor número posible de lectores, siguiendo las pautas y principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).
Parece que no interesa llevar el debate, analizar porque somos tan reticentes a poner en práctica el diseño universal de aprendizaje en las aulas. Si sabemos que los estudiantes difieren en la forma en que perciben y comprenden la información ¿Qué vamos hacer los docentes para asegurarnos de que todo el alumnado percibe la información, que es accesible, y además la entienden y comprenden?
Es más fácil mirar para otro lado, que reflexionar sobre el uso y la accesibilidad de los materiales y recursos didácticos que vamos a utilizar en nuestras aulas para garantizar siempre el acceso, los logros y la participación al aprendizaje de todos los estudiantes.
Ahora hemos puesto el foco en la tecnología como culpable de que los niños no lean y tengan dificultades en la comprensión lectora. Pero lo que deberíamos preguntarnos es que estamos haciendo para fomentar la lectura en la infancia y la juventud, si presentamos lectura en diferentes niveles que den respuesta a toda la diversidad del aula, que tiempo dedicamos a la lectura en las aulas a las tertulias literarias, etc. ¿Y por qué en vez de culpar a la tecnología y hacer un discurso simplista, comenzamos a eliminar las barreras?